EN EL ACTO DE ESCRIBIR
Las personas que
no consiguen estar de brazos cruzados, esperando que las cosas sucedan, para
poder después decidir cuál es la mejor manera de contarlo: van decidiendo a
medida que actúan. Convivir con este tipo de personas es importante para un
escritor, porque éste debe entender que, antes de ponerse frente al papel, debe
ser lo bastante libre como para cambiar de dirección a medida que su
imaginación viaja. Después de escribir una frase, debe poder decirse a sí
mismo: “Mientras escribía, recorrí un largo camino y ahora concluyo este
párrafo con la conciencia de que arriesgo lo necesario y doy lo mejor de mí
mismo”. Los mejores aliados son los que no piensan como los demás. Por eso,
mientras buscas a tus no siempre visibles compañeros, has de creer en tu intuición,
y no les prestes oídos a los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a
los otros con el modelo de sus propias limitaciones.
Únete a los que nunca
dijeron: “Hasta aquí he llegado, no puedo seguir”. Porque de la misma manera
que al invierno lo sigue la primavera, nada puede parar: tras alcanzar el
objetivo es necesario recomenzar, usando siempre todo lo aprendido en el
trayecto. Únete a los que cantan, cuentan historias y disfrutan de la vida.
Porque la alegría es contagiosa e impide siempre que las personas se dejen
paralizar por la depresión. Y cuenta tu historia.
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